$20 mil millones para la política, deterioro para los vecinos: el costo de una gestión que no gestiona

Ya a mitad de 2025, las promesas de renovación suenan vacías: hospitales colapsados, calles destruidas, servicios paralizados. El intendente Ramón Lanús mantiene una estructura política inflada que le cuesta al municipio más de $20 mil millones por año
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 El 2025 encuentra a San Isidro en un estado de creciente deterioro. Barrios que históricamente contaban con servicios ordenados hoy sufren fallas estructurales en salud, infraestructura, educación y limpieza. Los reclamos no solo crecen: se repiten. Y con ellos, una certeza empieza a ganar terreno entre vecinos, medios locales y referentes técnicos: la millonaria expansión política implementada por el intendente Ramón Lanús en 2024 no sirvió para nada. O peor, empeoró lo que ya funcionaba.

El presupuesto 2024 incluyó la creación de 34 cargos políticos nuevos —12 secretarías y 22 subsecretarías— con un costo estimado en más de $20 mil millones anuales. Según informó Zona Norte Diario Online, el argumento oficial fue “modernizar la gestión”. Pero hoy, casi todas las áreas sensibles presentan indicadores negativos o de retroceso, y el gasto político permanece intacto.

En hospitales municipales se reportan faltantes de personal en guardias y demoras de hasta 9 meses para conseguir turnos en algunas especialidades. Las obras de bacheo están paralizadas en zonas como Béccar y Boulogne, mientras que en colegios públicos padres denuncian baños inutilizables, aulas sin calefacción y techos con filtraciones. La basura se acumula en esquinas donde antes pasaba el camión diariamente. Todo eso ocurre con un equipo político sobredimensionado, sostenido con fondos municipales, sin que se vean mejoras tangibles.

El presupuesto también incluyó un incremento del 214% en tasas municipales para los contribuyentes, el doble que la inflación. A pesar de esa suba y del refuerzo político, la gestión no exhibe logros concretos. Mientras, hacen política con actos que cuestan millones, con pantallas led, luces teatrales y equipos de sonido de última tecnología, a los que asiste toda la estructura política a escuchar nuevas promesas de Lanús.

El contraste con la gestión anterior es inevitable: durante años, San Isidro mantuvo estándares altos de funcionamiento urbano, que hoy parecen desmoronarse sin control. Para muchos, el problema ya no es la falta de recursos, sino el uso político improductivo de los mismos.

A mitad de año, San Isidro tiene más cargos políticos que nunca, más impuestos que nunca, y menos resultados que en ninguna otra etapa reciente. Lo que se prometió como eficiencia terminó siendo burocracia cara. Y la gestión de Ramón Lanús empieza a ser juzgada no solo por lo que no resolvió, sino por lo que desarmó.
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