Durante años, la comunidad educativa de San Isidro sostuvo, con esfuerzo, una red escolar que funcionaba. No sin dificultades, pero con dignidad. La inversión municipal permitía cubrir lo que la Provincia no alcanzaba: arreglos urgentes, mantenimiento básico y servicios clave. Esa estrategia —que priorizaba el bienestar de alumnos y docentes— cambió drásticamente con la llegada de Ramón Lanús al poder.

En apenas 18 meses, el panorama dio un giro alarmante. En la Escuela Técnica N.º 1, los techos colapsaron tras intensas lluvias sin que el Municipio ofreciera una solución clara (Conexión Buenos Aires Sur – mayo 2024). En el Polivalente de Arte, familias sospechan que la intención detrás de la apertura de la calle que tirará abajo aulas y otros espacios como el comedor, es liberar terrenos para futuros proyectos inmobiliarios. Las autoridades no desmintieron la versión ni ofrecieron explicaciones públicas.

Además, medios locales reportaron que fondos originalmente asignados a infraestructura escolar habrían sido redireccionados a otros programas, sin consulta ni transparencia. Para muchos docentes, esta reasignación presupuestaria confirmó que la educación dejó de ser una prioridad política.

“El deterioro no llegó solo. Alguien decidió dejar de sostener lo que funcionaba”, resume un docente con más de 20 años de trayectoria. La frase se repite en cada rincón del sistema público local. San Isidro, que alguna vez fue ejemplo de colaboración institucional para sostener su red escolar, enfrenta hoy una emergencia educativa que avanza sin pausa, y con un silencio oficial que preocupa.