A más de un año de iniciada la gestión de Ramón Lanús, vecinos de Las Lomas y La Horqueta aseguran que no se realizó ni una sola obra estructural en sus barrios. No se registran intervenciones en calles internas, veredas, luminarias, plazas ni infraestructura comunitaria, lo que alimenta la sensación de abandono.

En La Horqueta, las calles muestran deterioro avanzado: baches, cordones quebrados y ausencia total de señalética o demarcación vial. El reclamo crece especialmente en zonas escolares, donde la falta de visibilidad en las esquinas representa un riesgo cotidiano.

Las únicas obras que llegaron —en el entorno de Av. Blanco Encalada y Tomkinson— fueron cosméticas, demoradas y sin impacto estructural real. No resolvieron problemas urgentes como el anegamiento en días de lluvia ni la inseguridad peatonal. Lo que es peor: se extendieron por semanas, generando molestias adicionales.

En los chats comunitarios, vecinos ironizan con una frase que se repite: “No hay retorno político en arreglar calles donde no se sacan fotos.” La frase resume el enojo: la obra pública parece haberse transformado en una estrategia de visibilidad, no de solución.

Plazas y espacios verdes icónicos, como el entorno de la Plaza 9 de Julio o los alrededores del Club Atlético San Isidro, no han recibido mejoras ni mantenimiento integral en años. El mobiliario urbano está envejecido, y la falta de iluminación y señalización en calles y senderos genera inquietud, especialmente en horarios nocturnos.

En definitiva, la obra pública en Las Lomas y La Horqueta brilla por su ausencia. Mientras el municipio ejecuta obras de vereda en sectores céntricos donde ya estaban en buen estado, los barrios residenciales sienten que han sido borrados del mapa. Y lo más grave: nadie da explicaciones.