Más basura, pero con 3000 supuestos contenedores nuevos

En vez de mejorar el estado de las calles, la colocación de nuevos contenedores de basura solo logró reducir espacios de estacionamiento y visibilizar aún más la recolección deficiente. La basura sigue ahí.
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 En mayo de 2025, la Municipalidad de San Isidro informó con entusiasmo la instalación de nuevos contenedores para residuos, sumándose a los más de 6.000 ya distribuidos en el distrito. El anuncio fue presentado como una muestra de compromiso ambiental y de mejora en la limpieza urbana. 

Sin embargo, el efecto fue el inverso al esperado. Lejos de traer soluciones, la medida generó una serie de consecuencias no previstas: disminución del espacio para estacionar en zonas ya congestionadas, contenedores igualmente desbordados, acumulación visible de residuos alrededor de los nuevos dispositivos, y una recolección que no se ajustó al crecimiento del sistema.

Vecinos de Beccar, Boulogne, Acassuso y Martínez comenzaron a reportar desde mediados de mayo que la basura se acumula incluso con los nuevos tachos: bolsas afuera, olores nauseabundos y proliferación de roedores. El problema, señalan, no era la cantidad de contenedores, sino la gestión ineficaz del sistema de recolección.

“A veces no pasan durante dos días, y cuando vienen, ya hay desborde en media cuadra. Mil veces los vi mezclar la basura de los reciclables con la normal”, expresó una vecina de Villa Adelina. En redes sociales y medios locales, las imágenes de montañas de basura pegadas a los nuevos recipientes contrastan con los comunicados oficiales.

Mientras tanto, desde la gestión de Ramón Lanús se sostiene un discurso que sigue centrado en la estética y no en el funcionamiento. A pesar de la compra millonaria, no hubo información clara sobre la planificación logística, la redistribución de recorridos ni el refuerzo en frecuencia de los camiones recolectores. Tampoco se ofrecieron datos públicos sobre el costo total del programa ni su evaluación de impacto.

El resultado es visible a simple vista: más contenedores, menos lugar para estacionar, y la misma basura —o más— en las calles. Lo que fue presentado como inversión termina pareciendo un gasto sin estrategia. La limpieza urbana de San Isidro, lejos de mejorar, está hoy bajo seria observación pública.
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