Acassuso en alerta: jubilado retenido 8 horas, robos a plena luz y delincuentes que actúan sin freno
Un jubilado fue víctima de un violento robo en Acassuso: estuvo más de ocho horas encerrado mientras le robaban 200 mil dólares. Se suman robos en calles internas y autos con inhibidores. Vecinos denuncian un desborde de inseguridad sin respuesta estatal
En Acassuso, el temor dejó de ser una excepción y se volvió cotidiano. El barrio, conocido por su tranquilidad residencial, vive hoy una realidad alarmante: robos cada vez más violentos, criminales que se mueven con impunidad y vecinos que denuncian sentirse completamente desprotegidos. El hecho que más conmocionó a la comunidad ocurrió hace apenas unas semanas. Un jubilado fue víctima de un asalto dentro de su propia casa, donde fue retenido por delincuentes durante más de ocho horas, mientras le robaban una suma estimada en 200 mil dólares. El nivel de planificación, la violencia del encierro y el tiempo de ejecución del crimen dejaron claro que no hubo ninguna interrupción policial. Para los vecinos, fue una muestra brutal de que no hay patrullaje ni reacción estatal. A este caso se suma un preocupante aumento de robos en viviendas ubicadas sobre calles internas, incluso en horarios diurnos. Vecinos han reportado en redes sociales la sensación de que los ladrones “actúan con tiempo y total tranquilidad”, como si supieran que nadie va a intervenir. Las cámaras de seguridad vecinales muestran movimientos sospechosos sin que se vea un solo patrullero pasar durante horas. En la zona cercana a la estación de Acassuso, se dispararon los robos a vehículos mediante inhibidores de alarmas. La modalidad se repite: los delincuentes bloquean el cierre de puertas a distancia, esperan que el conductor se aleje y en cuestión de segundos acceden al interior del auto. Esta técnica, cada vez más frecuente, se aprovecha de la falta de vigilancia física y electrónica real en el área. Desde el municipio, la respuesta sigue siendo más estética que operativa. El programa “Caminantes” —inspectores desarmados que recorren zonas comerciales— no contempla sectores residenciales ni tiene capacidad de intervención frente a un delito. Mientras tanto, los patrullajes policiales escasean. Según fuentes de seguridad, la baja remuneración que ofrece San Isidro empuja a muchos efectivos a buscar mejores condiciones en municipios vecinos como Vicente López, dejando a Acassuso con una dotación mínima. La otra herramienta promovida por el gobierno municipal, “Ojos en Alerta”, recae en el ciudadano común, pidiéndole que filme, reporte o alerte por WhatsApp sobre situaciones sospechosas. Para muchos vecinos, es una tercerización inadmisible de la seguridad, más aún cuando pagan altos impuestos y reciben como respuesta publicidad política tras registrarse en el programa. El resultado es palpable: en Acassuso ya no sorprende ver postigos reforzados, cámaras en cada fachada y grupos de WhatsApp que funcionan como redes de emergencia ciudadana. Los vecinos sienten que el municipio está ausente, que los delincuentes ganaron tiempo y espacio, y que la seguridad dejó de ser una prioridad real para quienes gobiernan. Cada nuevo robo confirma lo mismo: en Acassuso, el miedo ya no es sensación. Es experiencia directa. Y es cotidiana.
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