En San Isidro, vecinos de distintos barrios comenzaron a notar una constante: los patrulleros municipales circulan con un solo ocupante, y sin presencia policial. Lo que en otro momento era un dispositivo mixto de prevención —con inspectores del municipio manejando y efectivos de las fuerzas de seguridad listos para accionar — hoy parece haberse desarmado en silencio.

Según denuncian algunas asociaciones vecinales, la mayoría de los móviles visibles en las calles están tripulados únicamente por un inspector civil, cuya función es de observación y reporte, pero que no puede intervenir ante un delito en curso. En la práctica, esto convierte al patrullaje en un recorrido pasivo, donde lo único que puede hacerse es dar aviso a la policía bonaerense… si es que llega a tiempo.

La raíz del problema, explican fuentes cercanas al esquema de seguridad, es económica: el Municipio de San Isidro ya no ofrece un salario competitivo a los policías asignados a patrullaje municipal, por lo que muchos optan por trasladarse a distritos vecinos que sí brindan mejores condiciones.

Esta situación no pasa desapercibida. “Se ve a simple vista: patrulleros con un solo conductor, sin uniforme policial, sin autoridad para actuar”, comenta Laura Rosales, vecina de Beccar. “Y lo peor es que los ladrones también lo saben. Los ven, los miden… y no les importa”.

El resultado es un sistema de seguridad estéril. Un móvil sin policía no impone respeto, ni cumple funciones preventivas reales. Solo transita, mientras la respuesta —cada vez más— queda en manos de una fuerza provincial desbordada y lejana.

Para muchos, lo más grave no es el deterioro técnico, sino el mensaje que transmite: un sistema incapaz de actuar. Solo marketing electoral para que los vecinos veamos la sirena desde casa, y tengamos la "sensación" de estar seguros.