San Isidro, históricamente reconocido por su infraestructura cuidada, enfrenta una crisis en la calidad de sus calles y veredas. Vecinos de distintas localidades del distrito expresan su malestar por el estado deplorable de las vías públicas, que presentan baches, grietas y veredas levantadas por raíces, dificultando la circulación peatonal y vehicular.

El municipio anunció la finalización de más de 70 obras de reparación, pero priorizó zonas visibles o céntricas, mientras que el interior de los barrios siguee esperando intervenciones reales. Además, no se publicaron datos sobre los metros cuadrados contratados, ni los montos pagados por cada obra, en una licitación poco transparente.

Los vecinos afirman que muchas reparaciones fueron superficiales, y en algunos casos ya requieren una nueva intervención. En ciertos sectores, las obras se hicieron donde no eran necesarias, dejando de lado áreas realmente deterioradas.

A esto se suma la falta de señalización y de medidas de seguridad durante los trabajos, lo que ha generado accidentes y complicaciones en el tránsito. La comunidad exige planificación, transparencia y soluciones duraderas.

La gestión actual, encabezada por Ramón Lanús, enfrenta críticas por la falta de criterios claros, la opacidad en el uso de los recursos, y por una estrategia que, para muchos, prioriza la estética por sobre el funcionamiento urbano.

“Durante años viví en una calle que no tenía ni una grieta —dice Verónica, vecina de Boulogne—. Hoy, esquivo baches todos los días para salir de casa.”