San Isidro cuenta con una de las infraestructuras hidráulicas más desarrolladas de la región, fruto de una planificación sostenida a lo largo de décadas. Al cierre de 2023, bajo la gestión de Gustavo Posse, el municipio había alcanzado una red subterránea compuesta por más de 172 kilómetros de conductos pluviales, 20.000 metros de desagües, 11 estaciones de bombeo y 25 reservorios estratégicamente distribuidos. Aunque invisibles a simple vista, estas obras han sido esenciales para mitigar los efectos de las tormentas durante años.

Sin embargo, la mañana del sábado sorprendió a vecinos de distintas localidades con calles anegadas y agua ingresando en viviendas. La pregunta fue inmediata: ¿cómo es posible que esto vuelva a suceder?

Según fuentes consultadas, la respuesta apunta al abandono de tareas de mantenimiento y a la falta de limpieza preventiva. Desde hace semanas, se acumulan hojas secas y residuos en sumideros y calzadas sin que se registren operativos municipales, a pesar de las alertas meteorológicas anticipadas.

Especialistas advierten que la situación podría agravarse si no se actúa con rapidez. La infraestructura existente, por robusta que sea, no es infalible sin una política activa de conservación y expansión. En un contexto de cambio climático y lluvias cada vez más intensas, mantener lo construido no alcanza: es necesario ampliar la capacidad de respuesta.

La gestión actual, encabezada por Ramón Lanús, todavía no ha anunciado medidas concretas para evitar que estas escenas se repitan. Y lo que hoy son eventos aislados, mañana podrían convertirse en emergencias.

¿Creés que San Isidro debería seguir invirtiendo en obras hidráulicas aunque los resultados se vean a largo plazo? ¿Cómo evaluás la importancia de mantener estas obras pensando en el futuro del municipio?